Sus ojos se fijaron en una prueba innegable, una visión alarmante que le produjo una descarga de adrenalina. Sin aliento y agitado, Kevin pulsó el botón de llamada, llamando urgentemente a la azafata. Rápidamente le susurró al oído, sus palabras urgentes y apresuradas.
Los ojos de la azafata se abrieron brevemente, un parpadeo de sorpresa pasó por su rostro antes de recuperar su compostura profesional. Asintió con la cabeza y avanzó a paso ligero por el pasillo.