La frustración se apoderó de Kevin. Su paciencia ya era escasa y ahora la incredulidad y la exasperación lo inundaban en oleadas. Se dio la vuelta, sacudiendo la cabeza, con el corazón palpitándole con una mezcla de rabia e impotencia.
La situación se le había ido de las manos y no tenía forma de resolver el caos que se estaba desatando delante de él. Ya era suficiente. La paciencia de Kevin se había agotado.