Esta escena es un recordatorio conmovedor de que, tras los títulos reales y las apariciones públicas, el núcleo del papel de Kate está profundamente arraigado en la crianza y el apoyo. Su disposición a proporcionar consuelo, haciendo caso omiso del protocolo real, subraya la importancia que concede a la familia y a la conexión emocional, incluso en los entornos más públicos.
La respuesta instintiva de Kate no sólo le granjeó el cariño de los alumnos, sino que también puso de relieve su habilidad para relacionarse con el público. Su habilidad para convertir una interacción ordinaria en una experiencia memorable y positiva para un niño pequeño reafirma su papel como figura compasiva dentro y fuera de la familia real.