Greg dudó, pero la hospitalidad corría por sus venas. Con un suspiro, asintió y les indicó que entraran. La multitud entró a regañadientes, trayendo consigo una oleada de frustración e impaciencia que parecía absorber la calma de la cafetería.
Stephanie y sus compañeros intercambiaron una mirada y entraron inmediatamente en acción. Sabían que no iba a ser un grupo fácil: estos pasajeros estaban claramente cansados y descontentos.