El karma de una señora con derechos en un restaurante se sirve en bandeja de plata

Debajo de su actitud tranquila, sentía que su paciencia se agotaba, que su ira se cocía a fuego lento. Pero Stephanie mantuvo sus respuestas suaves y profesionales, atendiendo a las constantes demandas de Karen, incluso cuando su voz interior gritaba. Su último día parecía una prueba de resistencia, y cada comentario aumentaba su frustración.

Karen seguía al teléfono y su risa resonaba por toda la cafetería. «Deberías ver este sitio, nena El personal no tiene ni idea, y esta pobre camarera apenas sabe hacer lo básico» La burla de Karen se oyó en todo el restaurante. La mandíbula de Stephanie se tensó.