Tenía un pequeño jardín y mucho espacio para cultivar. Cuando se instalaron en su nuevo hogar, Melissa sintió un gran alivio. Pensó que este nuevo comienzo marcaría el fin de sus luchas y el comienzo de una vida pacífica e idílica.
Y tuvo razón, durante un tiempo. Cuando se mudaron a la nueva casa cerca de la linde del bosque, la vida empezó a parecerse a uno de esos cuentos de hadas. A los tres meses se casó con Paul.