Un hombre sale a «pasear» todos los días. Cuando su mujer le sigue, llama inmediatamente a un abogado para pedir el divorcio

A pesar de sus agitadas agendas, encontraban consuelo en su mutua compañía. Pasaban momentos preciosos juntos, disfrutando de charlas nocturnas y escapadas de fin de semana. Después de un año de relación, las cosas se pusieron serias entre los dos, lo que obligó a Melissa a irse a vivir con Paul.

El piso era modesto y apenas cabían todas sus pertenencias. La cocina era tan estrecha que cocinar juntos se convirtió en un cómico baile de codazos y utensilios caídos. Sin embargo, este pequeño refugio se convirtió en su santuario.