La hiedra trepaba por sus paredes, las ranas hacían sonar sus chapoteos en el estanque, y los interiores reconfortantes, un refugio acogedor para su nueva familia. El corazón de Melissa se hinchó de amor y gratitud. Se volvió hacia Paul, con los ojos brillantes de lágrimas de alegría.
«Es precioso, Paul. Es todo lo que siempre soñé» Exclamó Melissa. Paul la rodeó con sus brazos, estrechándola contra sí. «Me alegro mucho de que te guste. Este es ahora nuestro hogar, donde criaremos a nuestro hijo y crearemos nuevos recuerdos»