Cuando Paul salió de casa, Melissa le dio unos minutos de ventaja antes de escabullirse silenciosamente y subir a su coche. Su corazón latía con fuerza mientras le seguía con cautela, decidida a no perderle esta vez.
Se mantuvo a una distancia prudencial, sorteando el tráfico matutino con gran atención, asegurándose de no dejar que ningún vehículo se interpusiera entre ellos durante demasiado tiempo. Cuando Paul se desvió de la carretera principal y se dirigió hacia el bosque, a Melissa se le aceleró el pulso.