Melissa siguió el coche de Paul por la autopista, pero a medida que el tráfico se hacía más denso, le costaba mantener el ritmo. Los coches entraban y salían, oscureciendo su visión, y pronto perdió de vista el coche de Paul por completo.
El pánico se apoderó de ella mientras conducía sin rumbo, tratando de encontrarlo de nuevo, pero era inútil. Derrotada y llena de ansiedad, dio media vuelta y se dirigió a casa, con la mente llena de preguntas sin respuesta y miedo.