En otra ocasión, se olvidó el portátil en casa y no volvió a recogerlo, insistiendo después en que había estado trabajando todo el día. Las discrepancias en su historia empezaban a acumularse. Las sospechas de Melissa aumentaban y su mente se llenaba de preguntas que no se atrevía a formular.
Una noche, Paul volvió a casa de la cafetería e inmediatamente se preparó una taza de café, a pesar de que supuestamente había pasado toda la tarde rodeado del aroma de los granos recién hechos. Melissa no pudo evitar pensar que Paul le ocultaba algo.