El pavor que sentía en el corazón se convirtió en una sombría determinación de encontrar a Luna y descubrir la verdad. Cuando la desesperación se convirtió en una determinación férrea, Kiara se secó las últimas lágrimas y llamó a la oficina central de la clínica.
«Necesito la dirección del doctor Goldberg», exigió con voz firme e inquebrantable. Tras un momento de vacilación, la recepcionista le dio la dirección. «Vámonos. Tenemos que encontrarlo», le dijo Kiara a Becky, sin dejar lugar a discusiones.