Se apresuraron a llegar al aparcamiento, la tensión aumentaba a cada paso. Pero el coche del doctor Wilson no aparecía por ninguna parte. A Susan se le aceleró el pulso mientras ella y Ruby se apresuraban a entrar en la clínica, con el corazón palpitándole con creciente temor.
Susan deambulaba por los pasillos vacíos, su voz resonaba en el silencio estéril mientras llamaba repetidamente a Margo. Cada llamada sin respuesta erosionaba su esperanza, sustituyéndola por una creciente y desgarradora sensación de desesperación.