Las salas de exploración, la sala de espera, incluso los pequeños armarios de suministros… Vanessa comprobó todos los lugares posibles, con una ansiedad creciente. Cada esquina que doblaba sin encontrar a Ollie intensificaba el temor de que algo anduviera terriblemente mal.
Su frustración se desbordó al llegar a la última habitación. «¿Dónde estarán?», murmuró, con la voz quebrada por la tensión. Samantha le puso una mano tranquilizadora en el hombro, pero Vanessa apenas pudo sentirla a través de la bruma del pánico.