¿Quizá sólo era un insecto? La idea le hizo reír de nuevo, pero en el fondo, el misterio del ruido persistía, negándose a dejarla dormir fácilmente. En un momento dado, incluso empezó a inventarse letras tontas de canciones imaginarias, murmurándolas en voz baja para ahogar el inquietante ruido.
«Es sólo el viento», se susurraba a sí misma. «¿O tal vez sea un fantasma que me persigue por alguna razón?» Se rió de sus ridículos pensamientos, pero la opresión en el pecho no desaparecía.