La vida de Emily se había convertido en un ciclo interminable de clases, corrección de trabajos y respuesta a un flujo constante de preguntas de los alumnos. Como profesora de Historia, a menudo se perdía en el pasado, tanto en la enseñanza como en su vida personal.
Desde que sus padres fallecieron, la casa en la que creció se había convertido en su responsabilidad. Aunque la casa guardaba innumerables recuerdos, también la sentía como una pesada carga: un lugar viejo lleno de tareas, reparaciones y un extraño silencio que llenaba las tardes solitarias.