Se hundió en una silla, mirando al techo, como si la casa se burlara de ella. Justo cuando estaba a punto de irse a la cama, el sonido volvió, esta vez más fuerte y exigente. Resonó en el salón, procedente de arriba.
El corazón de Emily se aceleró al seguir el ruido, que la condujo directamente al desván. La trampilla del desván llevaba años intacta, cubierta por una gruesa capa de polvo. Emily dudó un momento, con los ojos fijos en ella.