Mientras comían, Natalie empezó a hablar de sus circunstancias. «Llevamos semanas en la calle», admite. «Perdí mi empleo cuando la empresa redujo su plantilla y desde entonces me ha sido imposible encontrar trabajo» Se le quebró la voz, pero enseguida recuperó la compostura, con la dignidad intacta.
Peter escuchó, con las emociones a flor de piel. Sentía compasión al imaginar las penurias por las que había pasado. Sin embargo, una parte de él no podía deshacerse de su malestar. Dejarlos en el garaje mientras él pasaba el día en la oficina le inquietaba. ¿Y si algo salía mal?