Aún sin saber qué hacer exactamente, los pies de Claire empezaron a moverse sin que se diera cuenta. Se acercó a Dave y Alexander y saludó a Alexander como solía hacer con todos los clientes: «Buenas tardes, Sr. Kincade», dijo con voz suave. Miró a Dave, pero decidió no saludarlo. Intentaba desesperadamente equilibrar la difícil situación de no querer desobedecer a su jefe, pero tampoco quería perder a un cliente importante.
Alexander asintió a Claire y la saludó con un «Buenas tardes, señorita…» «Claire, señor. Claire Thompson», respondió ella, rellenando el espacio en blanco. A pesar de su conflicto interno sobre cómo manejar esta interacción, se mostró segura y profesional. Trató de concentrarse en la conversación con el Sr. Kincade, pero también mantener un ojo en Dave para asegurarse de que no causaría ningún problema de nuevo.