Una mujer echa a un «mendigo sin techo» y se lleva la sorpresa de su vida cuando descubre la verdad

Claire pensó en la mejor manera de responder antes de explicarse: «Señor, Alexander Kincade estaba allí. No me pareció prudente…» Ni siquiera tuvo que terminar la frase para que su jefe se diera cuenta de las implicaciones de lo que acababa de decirle.

La expresión de su jefe cambió. Alexander Kincade era un hombre que merecía respeto. Toda la situación cambiaba si Alexander estaba implicado. Comprendía las dudas de Claire sobre la mejor manera de abordar la situación. No sabía si había entendido bien a Claire, porque no podía creer que un hombre como Alexander se involucrara con Dave, el mendigo.