La inclusión de las mujeres en las normas del club refleja la naturaleza evolutiva de la cultura de los clubes de motoristas. Aunque la imagen del motorista solitario, vestido de cuero y animado por la rebelión, puede persistir en la imaginación popular, la realidad es mucho más matizada. Los Hells Angels, como muchos otros clubes, se han adaptado a las cambiantes normas sociales, acogiendo a mujeres en sus filas y otorgándoles los mismos derechos y responsabilidades que a los miembros masculinos.
En el fondo, el cumplimiento de estas normas tiene un doble propósito para los Hells Angels. Por un lado, garantiza cierto grado de orden y disciplina dentro del club, mitigando el potencial de luchas y discordias internas. Por otro lado, distingue a los Hells Angels de las meras bandas callejeras u organizaciones criminales y los sitúa como una entidad cohesionada y organizada con un conjunto de valores y principios bien definidos.