Tras este incidente, Meghan preguntó si Harry se había planteado alguna vez hacer terapia. A pesar de sus intentos anteriores y de su fracaso a la hora de contactar con un terapeuta, ella le animó a buscar ayuda una vez más.
La propia Meghan observó esta pauta y observó cómo las historias sobre ella surgían de repente cada vez que había prensa negativa sobre otro miembro de la familia, aparentemente para desviar la atención del público. Esta estrategia, tal y como ella la describe, revela un esfuerzo calculado para gestionar la imagen de la familia real a su costa.