Mientras el avión descendía, la mente de Sandra se agitaba con una mezcla de ansiedad y determinación. No podía evitar la sensación de que el tiempo apremiaba, de que debían actuar con rapidez para garantizar la seguridad de la mujer. Mirando por la ventanilla, vio cómo el suelo se acercaba rápidamente y las luces de la ciudad se hacían más claras a cada instante.
El intercomunicador se activó cuando el piloto anunció el inminente aterrizaje y ordenó a los pasajeros que se abrocharan los cinturones y se prepararan para la llegada. El corazón de Sandra latía con fuerza en su pecho mientras intercambiaba una mirada decidida con Charlotte. Estaban decididas a llegar hasta el final, a asegurarse de que la mujer recibiera la ayuda que necesitaba.