Una joven no para de hacer señales con la mano en un avión; cuando la azafata se da cuenta, alerta a las autoridades

«¿Ves?» «Te dije que algo no iba bien», dijo Sandra rápidamente, con voz baja pero urgente. Charlotte, ya totalmente convencida, respondió con la misma rapidez: «Ahora lo entiendo. Vamos a ayudarla» No había tiempo para largas discusiones; su prioridad estaba clara. Sandra y Charlotte no lo dudaron y se apresuraron a ver qué ocurría, pues sus preocupaciones anteriores parecían ahora muy reales.

Al llegar, encontraron a la mujer intentando alejarse del hombre sentado a su lado. «¡Déjala en paz!» Gritó Sandra, con voz firme, cortando el ruido de la cabina. El hombre, sorprendido, miró a Sandra con cara de sorpresa y confusión. «Sólo tiene miedo a las turbulencias», intenta explicar, con una voz que mezcla la defensiva y la preocupación. Sin embargo, los instintos de Sandra gritaban lo contrario; las palabras de aquel hombre no le encajaban.