Una joven no para de hacer señales con la mano en un avión; cuando la azafata se da cuenta, alerta a las autoridades

Tras casi dos horas de espera, Sandra vio por fin la oportunidad cuando el hombre fue al baño. Aprovechando la ocasión, Sandra inventó una rápida excusa para acercarse a la mujer. Se volvió hacia su colega: «Oye, creo que me he dejado el bolígrafo cerca de ese asiento de la ventanilla, ¿te importa si lo compruebo rápidamente mientras tú te encargas de esta fila?» Su voz era tranquila, ocultando la urgencia que sentía en su interior. Su colega, ocupada con el carrito y ajena a las verdaderas intenciones de Sandra, se limitó a asentir, permitiendo que Sandra se acercara a la mujer con el pretexto de buscar un objeto perdido.

Respirando hondo, Sandra se metió discretamente un bolígrafo en el bolsillo y adoptó una actitud despreocupada mientras se acercaba al asiento de la mujer. Fue entonces cuando el peculiar detalle que había despertado su interés se hizo aún más evidente: la mujer hacía gestos inusuales con las manos. Sandra recordaba haber observado los mismos movimientos antes, justo cuando estaban embarcando y el hombre estaba ocupado con los compartimentos superiores. Aquí estaban de nuevo, esas señales deliberadas y silenciosas que parecían casi un lenguaje propio. Sandra pensó que la mujer podría estar intentando comunicar algo importante con aquellos movimientos.