Mientras el avión descendía, la mente de Carole se agitaba con una mezcla de ansiedad y determinación. No podía evitar la sensación de que el tiempo apremiaba, de que debían actuar con rapidez para garantizar la seguridad del niño. Mirando por la ventanilla, vio cómo el suelo se acercaba rápidamente y las luces de la ciudad se hacían más claras a cada instante.
El intercomunicador se activó cuando el piloto anunció el aterrizaje inminente y ordenó a los pasajeros que se abrocharan los cinturones y se prepararan para la llegada. El corazón de Carole latía con fuerza en su pecho mientras intercambiaba una mirada decidida con Joanne. Estaban decididas a llegar hasta el final, a asegurarse de que el chico recibiera la ayuda que necesitaba.