El angustiado animal jadeaba con fuerza, como si algo espantoso le estuviera haciendo crecer tanto que su cuerpo no pudiera soportarlo más. Parecía como si el enorme cuerpo de la gorila estuviera a punto de estallar. Paul se dio cuenta de que era una situación de vida o muerte.
En ese momento, Paul comprendió que el gorila no estaba allí para hacerle daño. Por el contrario, buscaba ayuda desesperadamente. Su respiración agitada y la mirada angustiada de sus ojos eran indicadores inequívocos de su angustia. Esta criatura, a pesar de su fuerza, estaba librando una batalla que no podía ganar sola.