La gorila se movía con pasos deliberados y su inmenso cuerpo se agitaba por el esfuerzo. A Paul le asombró su resistencia. A pesar de su evidente dolor, siguió adelante, deteniéndose de vez en cuando para mirar atrás y asegurarse de que él seguía detrás de ella. El misterio de sus intenciones era cada vez mayor.
Tras varios minutos de tensión, llegaron a un pequeño claro. Paul miró a su alrededor, confuso. La zona parecía anodina: un descampado rodeado de altos árboles. La gorila se detuvo y levantó la vista, con una respiración cada vez más agitada. Paul siguió su mirada, perplejo.