Julia sintió que un torrente de emociones la envolvía. Estaba nerviosa, emocionada, triste e incluso feliz. Ya no sabía cómo sentirse y sabía que la ceremonia tenía que empezar pronto, o cabía la posibilidad de que se echara atrás.
De repente, Julia fue sacada de sus ensoñaciones por una suave voz de mujer: «Ya he terminado, estás preciosa» Era la maquilladora que había contratado para ese día. Al principio, pensó que era algo trivial. Ni siquiera le importaba la boda; sólo le importaban los beneficios que obtendría casándose con Harold. Tenía sus planes encubiertos y por fin podría dejar de fingir después de la boda. Sin embargo, la boda debía parecer lo más auténtica posible para no levantar sospechas. Así que decidió hacer todo lo que haría normalmente si se casara con el amor de su vida…