No hubo preámbulos, ni una suave introducción. Simplemente le dio la noticia. Aturdida, volvió al aula, preparándose para el anuncio que estaba a punto de hacer. Se sentía como si estuviera al borde de un colapso emocional. Tenía que contenerse.
Los minutos siguientes transcurrieron como un borrón. Informó a los gemelos de que su abuelo pasaría a recogerlos, y ellos estaban encantados con la perspectiva de un inesperado día libre en el colegio. ¿Quién no lo estaría? Pero en realidad, sus circunstancias distaban mucho de ser alegres.