Sin embargo, Harold era inquebrantable. Se mantenía firme en su decisión y nadie podía alterar su resolución. Así era: iba a casarse con Julia y nada se interpondría en su camino.
Julia admiraba a Harold por su firme determinación de casarse con ella. Ambos sabían que la situación era bastante inusual, pero era Harold quien permanecía allí como una roca robusta, sin una sola duda en su mente. En cambio, Julia no estaba nada segura. ¿Estaba tomando la decisión correcta? ¿Y si se trataba de un error colosal? Por otra parte, ya había perdido a sus amigos y su reputación en la ciudad. ¿Qué más podía perder?