La reacción del pueblo fue dura e inmediata. Los vecinos, antes amables, empezaron a cotillear sobre ella y a ignorar sus saludos. Incluso sus propios amigos le dieron la espalda. Muchos la llamaron cazafortunas. La reputación de Julia se vio empañada de la noche a la mañana. Se encontró aislada, luchando por mantener su determinación.
Pero eso no era lo peor. También estaban la familia y los amigos de Harold. Sus hermanos, sobrinas y sobrinos sospechaban mucho de Julia. Se fijaban en su belleza y en su encanto juvenil. Pensaban que, siendo una mujer guapa, no tendría problemas para encontrar a alguien de su edad.