Con una última mirada a los barcos lejanos, Jason se dio la vuelta y regresó al interior con Samantha. La calidez de los pasillos del barco y el suave resplandor de las luces le tranquilizaron. Asegurándose de que no era nada, se dirigió a su camarote, decidido a pasar una noche tranquila.
A la mañana siguiente, Jason se levantó antes que Samantha y decidió recoger el desayuno de la cafetería para poder disfrutarlo en su habitación. Salió silenciosamente de su camarote, llevando consigo la persistente satisfacción de su noche de aniversario, un cambio refrescante después de años de rutina.