Los minutos pasaban, cada segundo se alargaba como una eternidad mientras esperaban a que el plan se hiciera realidad. De repente, unos pasos lejanos resonaron en el pasillo, cada vez más fuertes. Los latidos del corazón de Jason se aceleraron, sabiendo que se acercaban a su objetivo.
Por fin aparecieron cinco hombres, cada uno vestido sencillamente con pantalones caqui y camisas de color neutro, sus movimientos cautelosos pero decididos. El fuerte acento de sus susurros delataba su entusiasmo. «Por fin lo hemos conseguido», murmuró uno de ellos con una sonrisa y la mirada fija en las cajas.