Jason siguió al capitán a la sala de seguridad, donde varios monitores mostraban imágenes en directo de todos los rincones del barco. Examinaron las pantallas en silencio, observando a los pasajeros y al personal que se movían por las cubiertas, los pasillos y los salones, con la mirada aguda, a la caza de cualquier rastro del hombre misterioso.
Los minutos transcurrieron en un tenso silencio mientras escudriñaban las imágenes, comprobando cada rostro, cada movimiento. Finalmente, los ojos de Jason se fijaron en una figura en la cubierta de popa: un hombre de piel aceitunada, vestido con ropa informal y una pequeña bolsa colgada del hombro. Sus movimientos cautelosos confirmaron las sospechas de Jason.