El corazón de Jason se aceleró. La tranquilidad del crucero parecía desvanecerse, dejando al descubierto una realidad más siniestra. Examinó la cafetería, con la mente alerta ante cualquier otro comportamiento sospechoso, y la tranquilidad que había sentido hacía unos instantes se disolvió por completo.
Observó cómo el hombre del mostrador volvía a su portátil, ajeno a la inquietante mirada que se había posado sobre sus pertenencias. El desconocido apartó los ojos rápidamente, fingiendo desinterés, pero Jason se dio cuenta. Percibió un patrón, un plan calculado que se desarrollaba ante él.