Una banda caribeña sube a bordo de un crucero justo antes de partir, ¡pero no contaban con este valiente veterano!

Al llegar a la cafetería, pidió café y desayuno, y eligió una mesa cerca de la barandilla. El sol de la mañana proyectaba destellos sobre el océano, y dejó que la relajante vista lo bañara. Pero justo cuando sus pensamientos vagaban, una curiosa visión al otro lado de la cafetería llamó su atención.

A lo lejos, en una mesa, un hombre sentado con una mirada intensa, casi depredadora. Su mirada estaba clavada en un ordenador portátil que había quedado desatendido y cuyo propietario estaba haciendo un pedido en el mostrador. Había algo inquietante en la mirada fija del hombre, como si estuviera esperando el momento preciso para actuar.