Lentamente, con cautela, se acercó, impulsado por el hambre. Agarró la primera salchicha, la masticó con avidez y luego se detuvo, evaluando la situación. Poco a poco, el perro siguió el rastro, con movimientos cuidadosos y deliberados.
Jeremy lo observó con la respiración contenida, sintiendo una mezcla de alivio y tensión a medida que el perro comía cada trozo de salchicha. El animal parecía envalentonarse con cada bocado, el atractivo de la comida se imponía a su cautela inicial.