Se le ocurrió otro plan a medias mientras miraba una manguera de jardín enrollada. ¿Y si rociaba el suelo cerca del perro para hacerlo retroceder? Pero la idea de convertir el agua en parches helados le hizo reconsiderarlo rápidamente.
Lo último que necesitaba era crear un peligro resbaladizo con el frío que hacía. Jeremy sentía que la frustración iba en aumento. Cada idea parecía quedarse corta, ya fuera poco práctica o potencialmente perjudicial. La nieve caía ahora con más fuerza, arremolinándose en ráfagas feroces que le escocían la piel.