Allan mantuvo la distancia, con los ojos fijos en la criatura mientras se le aceleraba el pulso. A medida que se acercaba lentamente, la respiración se le entrecortó al reconocer que se trataba de una cría de ciervo El cervatillo parecía vulnerable, pero Allan sabía que no lo era.
Cualquier movimiento para ayudar podría desencadenar el ataque de un ciervo salvaje, que podría estar al acecho. El peligro le mantenía firmemente clavado en su sitio. El corazón de Allan latía con fuerza mientras observaba al ciervo desde una distancia prudente.
Parecía indefenso, casi como un peluche desechado acurrucado en la nieve. Pero Allan sabía que no podía dejar que su inocencia lo desarmara, ya que la amenaza acechante de su padre era un peligro que no podía ignorar.