Un hombre encuentra un osezno a punto de congelarse, ¡pero lo que escondía bajo el vientre es increíble!

Jeremy cerró la puerta tras de sí y se apoyó en ella, con la mente acelerada. No podía dejar al osezno ahí fuera con el frío que hacía, pero la amenaza de ser atacado por su madre se cernía sobre sus pensamientos.

Si resultaba herido, ¿quién podría ayudarle? Estaba solo, sin nadie que cuidara de él si las cosas iban mal. La perspectiva de una mala caída o una mordedura grave era más que dolorosa: podía ser catastrófica. Pero tampoco podía dejar que un animal muriera congelado en su patio trasero.