Jeremy se acercó al lugar con inquietud, mientras la nieve crujía bajo sus pies. Los débiles y extraños sonidos aún eran audibles, amortiguados y casi inquietantes en el silencio de la tormenta. Su mente se agitaba, cada paso le acercaba más a la respuesta.
Se arrodilló, con la respiración entrecortada, mientras quitaba con cuidado la fina capa de nieve que cubría a las criaturas. Para su asombro, la criatura que estaba detrás de los extraños ruidos que habían asustado a Jeremy no era otro osezno.