Jeremy había pasado toda su vida en el tranquilo pueblo de Berkshire, un lugar que albergaba todos sus recuerdos. Nació y creció aquí, conoció y se casó con su bella esposa Helen, y juntos compartieron 35 años en esta misma casa, construyendo una vida que una vez se sintió inquebrantable.
Pero ese capítulo había terminado hacía mucho tiempo. Sin Helen desde hacía más de una década, Jeremy se había acostumbrado a la soledad, llenando sus días de rutina y tareas, con el silencioso zumbido del reloj como única compañía.