Después de un rato, llegaron a un pequeño claro, donde la luz se abría paso de una manera que hacía que la escena fuera casi mágica. Daniella se detuvo para asimilarlo todo, con la cámara preparada para capturar el momento.
La inmensidad del bosque la enraizó y, por primera vez en días, se permitió simplemente respirar. Pero cuando se dio la vuelta, Suzy ya no estaba. Se le quedó la respiración entrecortada mientras escrutaba la zona. El camino detrás de ella estaba vacío.