El alce se acerca a una mujer y ella decide seguirle

Para su asombro, el alce no actuó con agresividad. En lugar de eso, sacudió la cabeza y agitó la cornamenta, casi como haciéndole señas para que siguiera su ejemplo. Su mirada se clavó en la de ella, como si tratara de comunicarle algo importante y sincero.

El alce se movió despacio y con cuidado, bajando al suelo del bosque con una gracia sorprendente para su tamaño. Pulgada a pulgada, se acercó a Avery, mostrando una inesperada dulzura. Cuando por fin llegó hasta ella, tocó suavemente el suelo con las puntas de su cornamenta.