Una mujer sigue a un oso hasta el bosque después de que se le acercara inesperadamente en la parada del autobús

A Hazel le pareció una escena casi onírica, que desafiaba todo lo que creía sobre los animales salvajes. Las historias sobre su peligro y las severas advertencias de mantener las distancias parecían desdibujarse ante aquel inesperado encuentro.

El comportamiento amable del oso chocaba con las historias de ferocidad. Cuando el oso empezó a retroceder, Hazel susurró incrédula: «No eres tan feroz como dicen, ¿verdad?» A cada paso que daba le seguía una pausa y una mirada hacia atrás, como una invitación.