En su mente pesaba el peso de la decisión de involucrar o no a las autoridades. Hazel se enfrentaba a una difícil decisión: correr a la estación de guardabosques más cercana o confiar en el misterioso oso que la acosaba con ojos suplicantes.
La decisión parecía crucial, como si el oso la guiara por un camino desconocido que podría cambiarlo todo. Pronto se dio cuenta de que la osa no sólo estaba perdida, sino que era una madre que protegía a sus cachorros. Esto hizo que Hazel se replanteara todo.