Las entradas eran cada vez más seguras y detallaban un plan calculado para atrapar a la criatura salvaje. Hazel se estremeció al darse cuenta de la temeridad del viajero y de la amenaza que se cernía sobre él. La última anotación, fechada hacía sólo dos días, mostraba que el viajero estaba preparado para enfrentarse a la naturaleza.
Hazel sintió una mezcla de repugnancia y determinación. Agarrando el diario, supo que tenía que actuar para detener este peligroso acto. Hazel hojeó el diario con urgencia, sus ojos recorriendo mapas y garabatos en busca de cualquier indicio de dónde estaban las trampas o el último lugar conocido del cachorro.