Las aguas se tragaron su casa, pero con ellas flotó algo aterrador.

A Aditya se le revolvió el estómago al comprender lo que estaba viendo. La serpiente se había tragado algo, lo bastante grande como para crear un bulto visible en su cuerpo. Retrocedió un paso tembloroso, presa del miedo. «¿Qué demonios se ha tragado?

Aditya se secó la lluvia de la frente y agarró con más fuerza el volante mientras el todoterreno rodaba por la carretera embarrada. El cielo había sido una constante sábana gris durante días, y hoy no era una excepción. Salió pronto del trabajo tras la alerta, un aviso oficial sobre el cierre del puente cercano.