Se le apretó el estómago. El agua había subido aún más y ya sólo quedaban unos metros para llegar al piso superior. Todo lo que había debajo estaba perdido, ahogado en las turbias aguas. El pánico se apoderó de su mente, pero lo apartó. Tenían que sobrevivir, de algún modo.
«Abuelo, tenemos que pensar en nuestras provisiones», dijo Aditya mientras se dirigía al pequeño montón de comida que habían conseguido salvar. Su abuelo, de aspecto frágil y temblando a causa de una fiebre leve, estaba sentado cerca, con la mirada perdida en la lluvia a través de la ventana. «No nos queda mucho»